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Analizar la evolución de la intervención a través del tiempo y desde el punto de vista técnico es una tarea compleja, debido tanto a la escasez de datos existentes como a la dificul­tad que implica recurrir a la toma y análisis de muestras de materiales, práctica relati­vamente reciente hasta hace poco. Desde épocas remotas, existe un deseo de prolongar la vida de aquellos elementos considerados culturalmente relevantes y, con él, una voluntad de innovación propia que cristaliza expresamente cuando la restauración nace como disciplina científica a mediados del siglo XIX. A partir de entonces, es posible realizar un seguimiento más preciso de la aplicación de la técnica y de la ciencia en los procedimientos de trabajo hasta llegar al presente, tiempo caracterizado no sólo por un amplio y variado abanico de posibilidades, en constante evolución y perfeccionamiento, sino por el concurso de numerosas disciplinas en busca de una acción integradora y eficaz.

Sistema de protocolos

aplicados a la restauración del

patrimonio cultural

Para intervenir adecuadamente en el patrimonio inmueble, es necesario estudiarlo, entender su significado y su devenir en el tiempo, y actuar desde cada proyecto con los apoyos científicos y tecnológicos necesarios. Esto quiere decir que las acciones pueden ser conceptualizadas y proyectadas empleando unos métodos capaces de integrar el conocimiento obtenido y las iniciativas programadas, sin huir del compromiso adquirido con la sociedad, ni del diálogo con los contextos. 

Una práctica individual prolongada en el tiempo en materia de restauración no solo implica una forma de operar consciente y depurada, con sus luces y sombras, sino también un conocimiento profundo de las problemáticas propias de un ámbito parti­cipativo en el que concurren distintas disciplinas. En línea con lo anterior, es posible aprovechar este rico bagaje para normalizar e integrar los procesos de trabajo aña­diendo un plus de calidad a las intervenciones. Dicho de otra manera, se trata de organizar lo que en el argot del patrimonio cultural se conoce como “buenas prácticas”, integradas convenientemente por la “conservación preventiva”, recogiendo tanto la analítica cien­tífica, como el contexto, los riesgos y la planificación de las acciones, con especial incidencia en la idea clave de mantenimiento.

 

 

Con ello, se consigue normalizar determinadas prácticas para hacer­las aplicables a casos concretos, acrecentando el valor logístico de las intervenciones y facilitando una aplicación óptima y rentable del procedimiento científico a todas aquellas personas que estén dispuestas a emplear esta metodología de trabajo. Para ello, se parte de la experiencia como principal soporte de conocimiento. 

El sistema de protocolos ha sido diseñado partiendo de una dilatada experiencia en la aplicación del conocimiento técnico–científico en los proyectos de intervención de bienes inmuebles. Para ello, se ha optado por canalizarla, de forma or­denada y sistemática, potenciando su aplicabilidad práctica por parte de los diferentes agentes que intervienen en dichos proyectos. Aunque esta metodología se centra, sobre todo, en edificios con una amplia casuística, es exportable también a casos menos complejos.

 

 

Con ella, se demuestra que es posible establecer una retroalimentación entre la obra y el trabajo analítico para depurar un sistema de actuación que facilite la aplicación de los conoci­mientos adquiridos y clarifique el proceso restaurador. El resultado es un núcleo cohesionado de pautas que hace de “motor de arranque” para la aplicación de procedimientos de este tipo creando una amplia red de relaciones, de forma que las experiencias desarrolladas se convierten en modelos de intervención al desta­car lo más interesante de cada una. 

La restauración del patrimonio cultural

Reflexiones desde la experiencia

Antecedentes

El marco de referencia

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Organización de la información

Un sistema relacionado de protocolos

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