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Restauración del patrimonio histórico

Yacimientos arqueológicos

Imagen aérea del conjunto

Imagen aérea del conjunto

Muralla antes de la intervención

Muralla antes de la intervención

Muralla antes de la intervención

Muralla antes de la intervención

Seguimiento arqueológico

Seguimiento arqueológico

Poblado antes de la intervención

Poblado antes de la intervención

Poblado durante la intervención

Poblado durante la intervención

Previo a la intervención

Previo a la intervención

Tras la intervención

Tras la intervención

Poblado tras la intervención

Poblado tras la intervención

Poblado Ibérico de Puente Tablas (Jaén)

La Muralla de la Plaza de Armas es parte de un Oppidum Ibérico emplazado en Puente Tablas (Jaén). La meseta que lo conforma tiene un tamaño de unas seis hectáreas. La carretera Jaén-Torrequebradilla queda a menos de 100 m. del perímetro amurallado.

 

Desde un punto de vista geográfico, el yacimiento se localiza en la campiña oriental de la provincia, dominando la fértil vega del Guadalbullón. Su posición estratégica de proximidad al río y sus posibilidades de explotación agrícola y minera garantizan su excelente situación con respecto a las comunicaciones, ya que el Guadalbullón atraviesa la campiña antes citada, conectando el Subbético con el río Guadalquivir.

 

La fortificación transcurre por tres de los lados del cerro (Norte, Este y Sur), con una serie de torres-contrafuerte de estructura cuadrada o rectangular. La parte occidental no presenta elementos defensivos, ya que la propia estructura natural los hace innecesarios.

 

La visibilidad desde el lugar es muy notable, al dominar buena parte de la campiña: desde la Guardia, al Sur; al cerro de Villargordo, al Noroeste. En esta última dirección es menor, a causa de la presencia del Cerro de San Juan de Dios en el entorno inmediato, situado a 200 m. y con una altura de 441 m. frente a los 430 m. de la Plaza de Armas.

 

El lugar fue descubierto a principios de la década de  1970 por un grupo de aficionados dirigidos por Ramón Espantaleón, erudito local vinculado al Instituto de Estudios Giennenses. Fue expropiado por el Estado en 1976. En la década siguiente pasó a ser Zona arqueológica (BIC), por resolución de 4 de Febrero de 1988. Las primeras excavaciones se realizaron entre 1982 y 1983, financiadas por la Diputación Provincial de Jaén, bajo la dirección de Arturo Ruiz Rodríguez y Manuel Molinos Molinos, campañas que pasaron a ser sistemáticas en 1985 al integrarse el estudio de este asentamiento dentro del proyecto de investigación "Poblamiento ibérico en la Campiña de Jaén", aprobado y subvencionado por la Junta de Andalucía.

 

Hasta 1990, fueron desarrolladas seis campañas de excavación que pusieron al descubierto 6.500 m2 de restos arqueológicos. Gracias a las investigaciones emprendidas, fue posible saber que la ocupación del cerro pasó por diversos momentos a lo largo del tiempo: una primera, producida durante el Bronce Final Reciente (aproximadamente en el siglo  IX a.n.e.), documentada por igual a lo largo del asentamiento; una segunda (siglo VII a.n.e.), en la que se construyó la fortificación y en el poblado se pasó de la casa circular a la cuadrada y compartimentada, ocupándose la parte principal de la meseta; una tercera expansiva (siglo VI a.n.e.), dentro ya del horizonte del Ibérico Antiguo, en la que se lleva a cabo una reestructuración de la fortificación, mientras que en el interior del poblado se observan trazados de calles que siguen ya la misma dirección que en etapas posteriores; y, finalmente, una cuarta (último cuarto del siglo V- primera mitad del siglo IV [Ibérico Pleno]), en la que se mantuvo el trazado interior del poblado, pero tuvieron lugar modificaciones importantes en la estructura de las casas. También, en este último periodo la fortificación muestra un cambio constructivo importante en distintos bastiones y se efectúa la retirada de las casas intramuros, es decir, apoyadas en la cara interior de la fortificación.

 

El asentamiento fue abandonado aproximadamente en la transición del siglo IV al III a.n.e. Es posible que sus habitantes se trasladaran al Cerro de Santa Catalina. El Oppidum volvió a ser ocupado en este último siglo, sin que se produjeran grandes transformaciones en su estructura, aunque sí cambios en la utilización de sus espacios. Por lo que respecta a la fortificación, se construyó una nueva, reutilizando la base de la anterior con un concepto de la poliorcética diferente.

 

Esta fase constituye la última ocupación ibérica del cerro. Con posterioridad, se documenta otro momento de ocupación en época medieval.

 

El Proyecto de consolidación de la Muralla del Poblado Ibérico de Puente Tablas (2011), se dirige al tratamiento de aquellas partes que presentan un mayor deterioro, para garantizar su conservación y acondicionar el yacimiento para la visita.

 

Antes de acometerlo, se llevan a cabo las siguientes intervenciones:

·         Colocación de plataformas de trabajo a distintos niveles y vallado de protección de todo el perímetro de la intervención.

·         Reconocimiento detallado de su estado para detectar cualquier problema de conservación en el tiempo transcurrido.

 

Para ello, se efectúa una limpieza completa de todo el derrumbe producido, previa clasificación del material válido, eliminando el resto. Como la base del lienzo no derrumbada se encuentra en una situación inestable, es necesario desmontarla. A continuación, se sanea todo el trasdós retirando el material suelto y evitando los empujes que provocan la ruina del paño de muralla afectado. Todos estos trabajos son supervisados por los arqueólogos colaboradores del proyecto a pie de obra.

 

Por la experiencia adquirida en anteriores intervenciones, los deterioros se producen por acciones combinadas en las que son determinantes la falta de solidez de la base y los empujes del terreno. Por esta razón, aunque en las zonas a tratar no se producen descalces por excavación arque­o­lógica, se consolida el apoyo mediante un recurso utilizado en la época de construcción de la muralla que consiste en disponer grandes bolos de piedra enterrados o con ligera afloración delante del cimiento, sistema de defensa que se envuelve con tierra estabilizada.

 

Tras afianzar la base, se recrece la envolvente compuesta por una hoja de mampostería hasta la altura consensuada con el equipo de arqueología; la traba y despiece se ajustan al patrón existente en cada zona. El recibido de los mampuestos se realiza con un mortero de cal hidráulica 1/3 y la junta se patina con tierra del lugar en el momento del fraguado. Complementariamente, se disponen distintas marcas con pequeños fragmentos de piedra para indicar con claridad las partes repuestas en la consolidación. Las zonas donde se restablece la elevación parcial del muro perimetral se completan en el interior con tongadas de unos 10 cm. de tierra estabilizada con cal, convenientemente regada y apisonada. El perímetro de mampostería en la coronación de los muros se cubre con una capa de mortero de cal 1/3 para evitar o aminorar la entrada de agua desde la parte superior

 

 

RESUMEN DE LA INTERVENCIÓN

Consolidación de la muralla del poblado ibérico de Puente Tablas, Jaén (2011-2013)

Metros lineales de muralla

190 m

Presupuesto

169. 564, 67 €

Promotor

Diputación Provincial de Jaén

Redacción de proyecto

Pedro Salmerón Escobar. Arquitecto

Francisco Campos Fernández. Arquitecto Técnico

Néstor Cruz Ruíz. Arquitecto

Ignacio Pascual Martínez. Arquitecto

Arqueología

Arturo Ruiz Rodríguez. Arqueólogo

Manuel Molinos Molinos. Arqueólogo

Dirección de obra

Pedro Salmerón Escobar. Arquitecto

Francisco Campos Fernández. Arquitecto Técnico

Ejecución de obra

Luis Hervás Vico

Emplazamiento muralla

Emplazamiento muralla

Planta de la muralla

Planta de la muralla

Detalle de la muralla

Detalle de la muralla

Emplazamiento poblado

Emplazamiento poblado

Detalle del poblado

Detalle del poblado

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